En el taller de elaboración de Cioccolami, donde se produce el salchichón de chocolate más bueno del mundo, todo empieza la tarde antes, con la selección de los ingredientes.

Las galletas crujientes y friables, la mantequilla que proporciona la adecuada textura, el azúcar refinado que dulcifica el sabor amargo del cacao, los huevos, las avellanas del Piamonte y las galletas Amaretti, todo se selecciona con mimo y meticulosidad.

Para que pueda considerarse adecuado, cada ingrediente debe superar un atento análisis.

El día después, cuando fuera aún está oscuro y los maestros del salchichón de chocolate abren la puerta de su taller, empieza la danza de los ingredientes.

Un espectáculo para los ojos y para el corazón, que se llenan de emociones cuando todos los elementos se amalgaman para dar vida a una explosión de intensos colores y embriagadores aromas.

Cuando todo está listo y los ingredientes han alcanzado la temperatura ideal, los artesanos del chocolate empiezan el imponente espectáculo donde los ingredientes danzan al ritmo de su magistral habilidad manual.

El resultado es una masa capaz de exaltar los cinco sentidos.
El persistente regusto de las galletas Amaretti, el intenso aroma del chocolate, el olor de las avellanas tostadas, la armonía de los colores cálidos, la suavidad de la masa entre las manos, el sonido rítmico de las galletas que se desmenuzan delicadamente… Todo se mezcla para crear una experiencia única.

El salchichón de chocolate toma forma rápidamente mientras otra parte de la masa se modela en bandejas rectangulares de 2 cm de altura que, en una fase sucesiva, se convertirán en deliciosos “cuadrados de salchichón dulce de chocolate”.

Y así, en el taller de elaboración de Módena, cuando el sol se eleva sobre la campiña modenesa, las primeras formas de salchichón de chocolate están listas para ser envasadas.

Los formatos de 1 kg y ½ kg se envuelven en hojas de papel de aluminio y luego se protegen con un grueso cartón ondulado. Una fase, la del envasado, que se realiza rigurosamente a mano. Una por una, las formas de salchichón de chocolate se embalan y etiquetan cuidadosamente.

Los cuadrados, en cambio, después de haberse dividido en porciones iguales de 18 gr cada una, se introducen en una máquina que los embolsa en una envoltura de polipropileno biorientado, que servirá para asegurar la máxima protección y mantener el sabor original.

Cuando todo está listo y las últimas formas de salchichón de chocolate se han envasado atentamente, los artesanos del dulce salchichón se conceden un pequeño pero delicioso capricho.
Un bocado que despierta los cinco sentidos y compensa el esfuerzo de una larga jornada de trabajo.


Servido como dulce único, como complemento de una copa de helado, guarnecido con caramelo o con exquisitas avellanas del Piamonte, el salchichón de chocolate siempre es un placer para el corazón y el paladar.